Aire Puro.
Las ganas que tenía de ir al Foro Social Chileno se aminoraron al ver por la TV los destrozos causados por los giles que nunca faltan en el Parque Bustamante y otros sitios públicos, y se desvanecieron del todo al amanecer el sábado con un fuerte dolor estomacal que ya pasó... tenía una última oportunidad hoy, pero confieso que me rendí a la voz de paseo al Cajón del Maipo... además que los paseos en familia se dan, en mi caso, muy raramente, y más raramente se da que yo esté dispuesta a ir (generalmente prefiero estar con mi novio o quedarme en casa).
Y así, me alegra haber ido, pues el sol brillaba y soplaba una brisa muy agradable. Al llegar a la plaza los puestos de artesanía se estaban recién armando (yo me compré una runa en piedra, pero había joyas, las típicas artesanías que hay en todos lados, mermeladas caseras, una cantora de folclore, fósiles, lindas bancas de madera, etc.), y degustamos un mote con huesillos heladito. En la iglesia, que es bien antigua, ya había comenzado la misa, pero como no somos católicos, no entramos... a mí me gusta mirar iglesias, pero no me parece muy bien entrar sólo a curiosear si ya ha empezado una ceremonia religiosa...
Me encantó sentirme rodeada de verde, tener los cerros al alcance de la mano, de los pies y de la vista, el río a la orilla del camino, y el aire puro... sí, el aire puro, pese a la presencia humana, todavía gracias a Dios- existe.
Mi madre suele recordar que cuando yo era un pequeño y despreocupado ser, gustaba (apenas llegábamos al campo o la playa) de correr, abrir los brazos y aspirar profundamente cuanto aire cupiese en mis pulmones. Esa costumbre no se me ha quitado, aunque con el pudor que da el paso de los años, procuro no parecer tan infantil ni tan contenta (absurdo, ¿ah?, cuando no tiene nada de malo)...
Ahora estoy energizada, con una buena reserva de aire puro (aunque no llené un frasco para conservarlo en mi pieza, y abrirlo cuando haga falta) ya no quizás en mis pulmones, pero sí en mi memoria reciente... y ahí se quedará, purificando mi alma y mi corazón.
Y así, me alegra haber ido, pues el sol brillaba y soplaba una brisa muy agradable. Al llegar a la plaza los puestos de artesanía se estaban recién armando (yo me compré una runa en piedra, pero había joyas, las típicas artesanías que hay en todos lados, mermeladas caseras, una cantora de folclore, fósiles, lindas bancas de madera, etc.), y degustamos un mote con huesillos heladito. En la iglesia, que es bien antigua, ya había comenzado la misa, pero como no somos católicos, no entramos... a mí me gusta mirar iglesias, pero no me parece muy bien entrar sólo a curiosear si ya ha empezado una ceremonia religiosa...
Me encantó sentirme rodeada de verde, tener los cerros al alcance de la mano, de los pies y de la vista, el río a la orilla del camino, y el aire puro... sí, el aire puro, pese a la presencia humana, todavía gracias a Dios- existe.
Mi madre suele recordar que cuando yo era un pequeño y despreocupado ser, gustaba (apenas llegábamos al campo o la playa) de correr, abrir los brazos y aspirar profundamente cuanto aire cupiese en mis pulmones. Esa costumbre no se me ha quitado, aunque con el pudor que da el paso de los años, procuro no parecer tan infantil ni tan contenta (absurdo, ¿ah?, cuando no tiene nada de malo)...
Ahora estoy energizada, con una buena reserva de aire puro (aunque no llené un frasco para conservarlo en mi pieza, y abrirlo cuando haga falta) ya no quizás en mis pulmones, pero sí en mi memoria reciente... y ahí se quedará, purificando mi alma y mi corazón.
4 comentarios
Roberto -
Y los giles del Parque Bustamante son los mismos que van a esperar a la Britney a Pudahuel.
petra -
Cariños. P.
Nadia -
C. -
cariños