Tragos y lecturas de verano.
El fin de semana recién pasado fui al departamento de unos amigos, feliz y recientemente casados. Fueron unos anfitriones de lujo, prepararon tacos y tragos variados. A mí me gusta beber de vez en cuando (bebedora social, que le llaman, je, je) pero por restricción médica mi consumo es actualmente menos que mínimo. Pues bien, ese día probé el mojito cubano... rico, fresquito (de por sí el limón y hielo contribuyen en cualquier combinación, pero la menta le da un toque muy especial). Desde el balcón se veía el Cerro San Cristóbal mientras caía la tarde, y luego, las estrellas de una noche de verano que por fin traía algo de frescor, mientras conversábamos, poniéndonos al día y hablando de otros conocidos (¿qué será de...?).
Cuando uno ha visto el nacimiento y desarrollo de una relación entre dos personas a quienes aprecia, verlos juntos, compartiendo una casa, un proyecto de vida, experiencias y derrochando buena onda siente algo, no sé como describirlo, un sentimiento cálido en el corazón. En verdad, larga vida a ese matrimonio.
Uno de los tópicos de conversación fueron los libros. Así, sin querer queriendo, terminé feliz de poder leer El Bosque de los Pigmeos, de Isabel Allende, y Hasta siempre, mujercitas, de Marcela Serrano. Aparte, tengo a Gonzalo Contreras y a Jaime Bayly en el velador, con lo que completo mi cuota de enero y parte de febrero, supongo. Pero... el peligro estriba en que esas lecturas sean una distracción del estudio. Ay, pero se pueden combinar ambas cosas. Luego de los libros mencionados, proceder con más mesura, pues me entra una suerte de voracidad... Mesura, repito, y también voluntad.
Cuando uno ha visto el nacimiento y desarrollo de una relación entre dos personas a quienes aprecia, verlos juntos, compartiendo una casa, un proyecto de vida, experiencias y derrochando buena onda siente algo, no sé como describirlo, un sentimiento cálido en el corazón. En verdad, larga vida a ese matrimonio.
Uno de los tópicos de conversación fueron los libros. Así, sin querer queriendo, terminé feliz de poder leer El Bosque de los Pigmeos, de Isabel Allende, y Hasta siempre, mujercitas, de Marcela Serrano. Aparte, tengo a Gonzalo Contreras y a Jaime Bayly en el velador, con lo que completo mi cuota de enero y parte de febrero, supongo. Pero... el peligro estriba en que esas lecturas sean una distracción del estudio. Ay, pero se pueden combinar ambas cosas. Luego de los libros mencionados, proceder con más mesura, pues me entra una suerte de voracidad... Mesura, repito, y también voluntad.
2 comentarios
Maga -
Suerte en el Estudio!!!
konus -
Salu2