In Memorian.
El día de ayer visité a una amiga del colegio, por su cumpleaños. Con tres meses de embarazo, en dos semanas más viajará a Australia a reunirse con su marido, y allá tendrá a su bebé. Cumplió 29 años.
Con esta amiga y dos chicas más, también compañeras de colegio, nos reunimos cada vez que podemos y queremos (sí, esto último es importante, ya que hasta hace poco las cuatro vivíamos en Santiago, de modo que las reuniones solían postergarse sólo por otros compromisos... bueno, aún así, hay cierta periodicidad, lo que es bueno; el face to face es irreemplazable).
Hace tres años, una persona más se reunía con nosotros. Esa persona cumpliría 29 años hoy. Tal vez sería madre, tal vez no; tal vez estaría casada, tal vez no; tal vez, estaría en Australia estudiando los arrecifes de corales, como pretendía hacerlo al postular a un Magister en Biología Marina.
Fue la única del grupo que estudió fuera de Santiago, en Concepción. Nos escribimos seguido los tres primeros años; luego, aunque las cartas se fueron espaciando, el cariño seguía intacto, y aprovechábamos sus vacaciones para vernos, salir y copuchar. Conocí a su familia, fui al matrimonio de su hermana, conocí a sus sobrinos y sus pololos. La ví sufrir cuando murió su padre... ella tenía 12 años, recién nos estábamos acercando; pero después, ya en la U, tuvo una depresión luego de haber terminado con su pololo, congeló el semestre y estuvo varios meses en Santiago sin querer contarle a nadie, ni siquiera a mí. De eso me enteré mucho tiempo después. Jamás la ví enojada, aunque sabía que era de carácter fuerte. ¿Por qué éramos amigas? No lo sé, me lo he preguntado varias veces, respecto de ella y de otras personas... la amistad constituye una elección, pero en algo debe basarse, fuera de un elemento común...
De su muerte me enteré el día del funeral. Hasta el día de hoy agradezco que su hermana haya podido comunicarse conmigo, horas antes del sepelio, pues de lo contrario no habría podido despedirme de ella. Incansablemente me preguntaba el por qué, hasta que luego me enteré de varias circunstancias que me permitieron armarme, más o menos, una idea. Ocurrió en forma inesperada, pero no me atrevo a decir que fue un accidente... y la atmósfera en sus últimos momentos, estuvo cargada, al parecer, de mucha confusión y sentimientos negativos... (suspiro triste, muy triste).
No he vuelto a visitar su tumba, pues creo que lo que allí quedan son sólo restos de su cuerpo, lo menos importante. Pero aquí la recuerdo, con unas rosas rojas, sus favoritas.
Es verdad que cuando alguien muere lo que se llora es la parte de uno que se va con el otro, lo que sólo ese otro despertaba en nosotros...
"Se acabó tu voz para mí, la mía para tí."
(Los Tres)
Con esta amiga y dos chicas más, también compañeras de colegio, nos reunimos cada vez que podemos y queremos (sí, esto último es importante, ya que hasta hace poco las cuatro vivíamos en Santiago, de modo que las reuniones solían postergarse sólo por otros compromisos... bueno, aún así, hay cierta periodicidad, lo que es bueno; el face to face es irreemplazable).
Hace tres años, una persona más se reunía con nosotros. Esa persona cumpliría 29 años hoy. Tal vez sería madre, tal vez no; tal vez estaría casada, tal vez no; tal vez, estaría en Australia estudiando los arrecifes de corales, como pretendía hacerlo al postular a un Magister en Biología Marina.
Fue la única del grupo que estudió fuera de Santiago, en Concepción. Nos escribimos seguido los tres primeros años; luego, aunque las cartas se fueron espaciando, el cariño seguía intacto, y aprovechábamos sus vacaciones para vernos, salir y copuchar. Conocí a su familia, fui al matrimonio de su hermana, conocí a sus sobrinos y sus pololos. La ví sufrir cuando murió su padre... ella tenía 12 años, recién nos estábamos acercando; pero después, ya en la U, tuvo una depresión luego de haber terminado con su pololo, congeló el semestre y estuvo varios meses en Santiago sin querer contarle a nadie, ni siquiera a mí. De eso me enteré mucho tiempo después. Jamás la ví enojada, aunque sabía que era de carácter fuerte. ¿Por qué éramos amigas? No lo sé, me lo he preguntado varias veces, respecto de ella y de otras personas... la amistad constituye una elección, pero en algo debe basarse, fuera de un elemento común...
De su muerte me enteré el día del funeral. Hasta el día de hoy agradezco que su hermana haya podido comunicarse conmigo, horas antes del sepelio, pues de lo contrario no habría podido despedirme de ella. Incansablemente me preguntaba el por qué, hasta que luego me enteré de varias circunstancias que me permitieron armarme, más o menos, una idea. Ocurrió en forma inesperada, pero no me atrevo a decir que fue un accidente... y la atmósfera en sus últimos momentos, estuvo cargada, al parecer, de mucha confusión y sentimientos negativos... (suspiro triste, muy triste).
No he vuelto a visitar su tumba, pues creo que lo que allí quedan son sólo restos de su cuerpo, lo menos importante. Pero aquí la recuerdo, con unas rosas rojas, sus favoritas.
Es verdad que cuando alguien muere lo que se llora es la parte de uno que se va con el otro, lo que sólo ese otro despertaba en nosotros...
"Se acabó tu voz para mí, la mía para tí."
(Los Tres)
7 comentarios
exides valenzuela romero -
No será un triste adiós, solo un hasta pronto y bueno, ya estaremos por esos rumbos
konus -
Espero que tu estés bien...
Joe el Misterioso -
Such is life...
(¯`¤Marcos [El Profe Loko]¤´¯) -
Roberto -
Y tu cariño, como el mundo, sigue ahí.
Cpunto -
Bello post,
cariños
C.
qts -
Un beso y adelante
http://qts2809.acelblog.com