La propuesta.
Justo un catorce de febrero, sin anillo ni invitación a restaurant (malditos clichés, igual uno los tiene incorporados en el subconsciente), en el asiento de un bus camino a la playa, escucho la propuesta, la pregunta... Respondo que sí, pero sé que es algo que no se puede concretar a corto plazo.
Cuando alguien te quiere de esa manera, como para hacerte esa pregunta, se siente bien... o sea, yo no escuché campanas ni sentí mariposas en el estómago, pero fue un momento muy feliz. Sucede que habiendo pasado por una experiencia de concubinato (ja, hasta la denominación suena pecaminosa), confirmé la intuición de que el amor y el compromiso no necesitan tu firma ante el Registro Civil... aún así, el matrimonio sigue otorgando la solemnidad y el reconocimiento social buscado por la gente. Y está bien que así sea.
Ilustraré mi disyuntiva actual con una historia extraída de E.R, capítulos más bien antiguos (entre paréntesis, en marzo comienza en el Mega la serie Urgencias... a ver qué tal será; inevitablemente tenderé a compararla con la serie antes mencionada, una de mis favoritas, y que sigo desde sus inicios):
El doctor encarnado por George Clooney y la enfermera Carol, después de varios vericuetos en su relación, por fin están juntos y felices. Pero él, por problemas laborales, decide emigrar a otra ciudad; ella se queda, no siente justo que él le pida alejarse de su trabajo y sus amigos. Da a luz gemelas, comienza a criarlas sola, un apuesto doctor croata se presenta como una alternativa nada despreciable... hasta que un día, conversando con el marido de una paciente que acaba de morir, se da cuenta de que ama a George (¿pues quién no?) y que no tiene ningún sentido estar separados. Viaja a reencontrarse con su amor. Abrazos, besos, final feliz.
Hace un tiempo, O. Anda transmitiendo con que se quiere ir de Santiago, buscar otras alternativas... a mí la idea no me seduce mucho. Me ha preguntado: ¿te irías conmigo?. Llegado el momento, tal vez no marche junto a él; siento el corazón dividido, ésa es la verdad.
Cuando alguien te quiere de esa manera, como para hacerte esa pregunta, se siente bien... o sea, yo no escuché campanas ni sentí mariposas en el estómago, pero fue un momento muy feliz. Sucede que habiendo pasado por una experiencia de concubinato (ja, hasta la denominación suena pecaminosa), confirmé la intuición de que el amor y el compromiso no necesitan tu firma ante el Registro Civil... aún así, el matrimonio sigue otorgando la solemnidad y el reconocimiento social buscado por la gente. Y está bien que así sea.
Ilustraré mi disyuntiva actual con una historia extraída de E.R, capítulos más bien antiguos (entre paréntesis, en marzo comienza en el Mega la serie Urgencias... a ver qué tal será; inevitablemente tenderé a compararla con la serie antes mencionada, una de mis favoritas, y que sigo desde sus inicios):
El doctor encarnado por George Clooney y la enfermera Carol, después de varios vericuetos en su relación, por fin están juntos y felices. Pero él, por problemas laborales, decide emigrar a otra ciudad; ella se queda, no siente justo que él le pida alejarse de su trabajo y sus amigos. Da a luz gemelas, comienza a criarlas sola, un apuesto doctor croata se presenta como una alternativa nada despreciable... hasta que un día, conversando con el marido de una paciente que acaba de morir, se da cuenta de que ama a George (¿pues quién no?) y que no tiene ningún sentido estar separados. Viaja a reencontrarse con su amor. Abrazos, besos, final feliz.
Hace un tiempo, O. Anda transmitiendo con que se quiere ir de Santiago, buscar otras alternativas... a mí la idea no me seduce mucho. Me ha preguntado: ¿te irías conmigo?. Llegado el momento, tal vez no marche junto a él; siento el corazón dividido, ésa es la verdad.
3 comentarios
petra -
Suerte y cariños. P.
elisa de cremona -
un beso
daniella -
saludos